En el informe “Cataluña: declive demográfico de una sociedad multicultural” del Observatorio Demográfico de CEU-CEFAS analizamos las principales características demográficas de Cataluña por su especial peso humano, político, económico y cultural en España.
Cataluña –impulsada por Barcelona– fue la locomotora económica de España desde las últimas décadas del siglo XIX a finales del siglo XX, hasta que, a comienzos del XXI, fue sobrepasada en fortaleza económica por la comunidad autónoma de Madrid. En consonancia con aquella potencia económica, derivada sobre todo de su pujanza industrial y cultural, con saldos positivos entre nacimientos y defunciones, y una afluencia masiva de mano de obra de otros lugares de España, la población catalana pasó de poco menos de 2 millones de personas en 1900 a 5,5 millones a comienzos de 1976. Desde entonces, Cataluña casi solo ha crecido en población por la llegada masiva de inmigración extranjera, y últimamente registra saldos migratorios interautonómicos negativos de nacidos en España.
En cuestiones demográficas, Cataluña replica las tendencias demográficas españolas: baja fecundidad, alto envejecimiento, más muertes que nacimientos, baja nupcialidad, alta divorcialidad, alta inmigración extranjera, etc. Sin embargo, cabe destacar que la demografía catalana tiene hechos diferenciales. Esta región hasta hace pocas décadas, gracias a su gran pujanza económica, era una región que atraía mucha población de toda España. Ahora sucede lo contrario, con saldos migratorios interregionales negativos, con salida neta de españoles, tanto de los que tienen apellidos de tipo español genérico, como catalanes autóctonos.
Desde finales del XIX y hasta la séptima década del siglo XX, Cataluña fue la región española con menor tasa de fecundidad, anticipando lo que ocurriría en el resto de España, y aumentando con ello sus necesidades de mano de obra procedente de otros lugares de España. En la actualidad tiene más inmigración extranjera que la media nacional, y en especial, bastante más de procedencia africana y asiática, con alto nivel de practicantes de la religión islámica.
Asimismo, las pautas catalanas de baja nupcialidad, alta divorcialidad y altas tasas de aborto son algo más acusadas que en el resto de España: mayor porcentaje de nacimientos de madres no casadas y de embarazos abortados; más divorcialidad; menor tasa de primonupcialidad.
En el terreno lingüístico, los habitantes de Cataluña hablan, de manera global, más en español que en catalán, pese al ninguneo oficial que allí se practica del uso del castellano. Es una política que choca con el hecho de que la población española que no es de origen catalán autóctono sea mucho más numerosa que la de raíces familiares locales. A los castellanohablantes españoles se han añadido en las tres últimas décadas unos 800.000 hispanoamericanos que, junto con sus hijos nacidos en España, suponen más del 10% de la población que vive en Cataluña.
Por otra parte, si en Cataluña abundan los españoles con apellidos que no son catalanes autóctonos, en el resto de España hay muchísima gente con apellidos catalanes, cosa lógica en una nación tan antigua como la española
De cara al futuro, la población catalana tiende a menguar con fuerza y a estar muy envejecida, porque cada año registra más defunciones que nacimientos, como consecuencia de casi medio siglo de insuficiente fecundidad. Además, más y más catalanes viven solos.
La población de raíces inmigrantes (en primera, segunda o tercera generación) tiende a ser mayoritaria, porque ya aporta en torno al 50% de los bebés que nacen en Cataluña, un porcentaje que tiende a crecer con los años. Entre las futuras generaciones, además de un 15% de nacimientos de madres hispanoamericanas, destacan por su número los hijos de padres musulmanes -mayoritariamente marroquíes, además de subsaharianos, pakistaníes… y de manera especial en las tres provincias catalanas menos pobladas, Gerona, Lérida y Tarragona, superando los bebés con padres inmigrantes musulmanes el 25%, el 30% o incluso el 50% del total de nacimientos en no pocas localidades, como Vic, Manresa, Martorell, Salt, Figueras, Ripoll, Palafrugell, Mollerussa, Tárrega, Reus, Tortosa…
The Center for Fundamental Rights organized this meeting, which was attended by more than 40 young leaders from different European countries.
These new phenomena are structuring Western societies under a new understanding of the nature of man and woman, of morality and of the role of the State.
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