En este primer informe “La influencia de China en Iberoamérica” que publicamos presentamos los retos de la nueva configuración estratégica e invitamos a una reflexión sobre el papel que las potencias occidentales quieren jugar en una región con la que compartimos historia, cultura, idioma y vínculos que van más allá de las relaciones comerciales.
A partir de un creciente intercambio económico, y ante la falta de una política clara para Iberoamérica por parte de los Estados Unidos, España y el resto de Europa, China está aumentando su influencia política y cultural en la región, convirtiéndose en un modelo de referencia alternativo al occidental en un mundo cada vez más contingente.
- El gran desarrollo económico chino de los últimos 25 años ha hecho de la potencia asiática un gran consumidor de materias primas procedentes, en gran medida, de Iberoamérica. China recibe el 14% de todas las exportaciones iberoamericanas, incluyendo un tercio del petróleo y la minería allí producida.
- Desde 2000, el comercio entre China e Iberoamérica ha crecido a un ritmo seis veces mayor que el de la relación con Estados Unidos y la Unión Europea. China ha superado a la Unión Europea como el segundo mayor socio comercial de Iberoamérica y, si se exceptúa México, es el principal socio desde 2018.
- La dependencia china de las importaciones iberoamericanas es muy elevada: el 74% de la soja, el 68% del cobre, el 43% de la carne, el 22% del hierro y el 10% del petróleo comprados por China provienen de Iberoamérica.
- Para asegurar el acceso a las materias primas, el gobierno chino ha tomado el control de parte de las cadenas de suministro iberoamericanas, adquiriendo derechos de extracción y empresas de comercialización de productos agrícolas en los países productores.
- Además, China se ha convertido en el mayor acreedor soberano de la región y la principal fuente de financiación para algunos gobiernos como Venezuela, Ecuador o Argentina, mediante préstamos repa- gados o garantizados con materias primas.
- A diferencia de las instituciones financieras occidentales, Pekín no incorpora grandes exigencias financieras, democráticas o medioambientales a sus préstamos, llegando a incluir, en algunos casos, cláusulas de alineamiento político o tecnológico con China.
- Aunque la inversión directa de los Estados Unidos y la Unión Europea en empresas y nuevos proyectos iberoamericanos es aún superior a la china, el gigante asiático ha incrementado en mayor medida que el resto su inversión directa en la última década, destinando el equivalente al 3% del PIB regional para sustituir a los occidentales en el control de activos estratégicos como eléctricas, puertos e infraestructuras básicas.
- A partir de 2008, la política exterior de China ha buscado sumar, a la preponderancia económica, un mayor fortalecimiento político y cultural en la región, considerada el “patio trasero” de los Estados Unidos. Así, China ha evolucionado de una situación de “política fría y economía caliente” a otra de “política y economía calientes” con respecto a Iberoamérica.
- Además de haber firmado asociaciones estratégicas con los principales gobiernos, veinte países se han unido ya a una pieza clave de su diplomacia, la “Iniciativa de la Franja y de la Ruta”, y tres estados iberoamericanos se han incorporado al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, con sede en Pekín. En la actualidad, quedan únicamente tres estados iberoamericanos de más de un millón de habitantes que reconozcan a Taiwán.
- El gobierno chino ha fomentado los intercambios culturales, científicos, tecnológicos y turísticos, expandiendo su red de Institutos Confucio en 40 países y apoyándose en la descendencia de la inmigración china integrada en algunas ciudades desde hace varias generaciones. En Perú, por ejemplo, alcanza a un 8% de la población.
- De igual manera, el gobierno chino ha promovido la colaboración con los principales grupos de comunicación iberoamericanos, ha creado contenidos en español desde los principales medios chinos y ha fomentado los centros de intercambio y foros de difusión de su cultura y del “milagro chino” en la zona con líderes políticos, diplomáticos y comunicadores.
- Aunque las sociedades iberoamericanas aún consideran a los Estados Unidos y a Europa como los principales referentes democráticos, la opinión que se tiene de China en la zona ha mejorado significativamente en la última década, incrementando la benevolencia con la que la potencia asiática es percibida.
- La pandemia otorgó a China una oportunidad para aumentar su influencia y proyectar su poder, incrementando la ayuda directa y la cooperación científica y tecnológica mediante la “diplomacia COVID”, expandiendo los productos sanitarios y la tecnología china por el continente.
- Un ejemplo de la falta de compromiso de la Unión Europea hacia Iberoamérica es el fracaso del Acuerdo de libre comercio Mercosur-Unión Europea. Tras más de veinte años de negociaciones, ambos bloques llegaron a un acuerdo de principios en 2019. Sin embargo, los textos definitivos no han sido ni finalizados, ni firmados, ni ratificados y, por lo tanto, no han entrado en vigor.
Estados Unidos y Europa han retrocedido en sus posiciones históricas como socios principales de la comunidad iberoamericana, facilitando que la enorme dependencia económica de la región con respecto a China se convierta en un vector de influencia política y social. Los retos que presenta la nueva configuración estratégica invitan a una reflexión sobre el papel que las potencias occidentales quieren jugar en una región con la que compartimos historia, cultura, idioma y vínculos que van más allá de las relaciones comerciales.