Es un placer estar aquí y dirigirme a todos ustedes. Me honra haber sido invitado por el Instituto Acton a estar en la Universidad CEU San Pablo para el lanzamiento del Centro Collins para el Legado Abrahámico. Un centro así habría sido imposible hace solo unos pocos años, pero hoy en día la gente ha terminado por darse cuenta de que la fricción histórica, la competición y la rivalidad entre las grandes tradiciones monoteístas no ha conducido a la victoria de una sobre las otras sino más bien al miedo, al odio, a la violencia y a la destrucción de todas ellas. Con la creación de instituciones como el Centro Collins podemos trabajar para revertir esta tendencia por medio de un estudio más hondo de las cosas y una comprensión más compasiva. Es especialmente adecuado que nos hayamos reunido aquí, en España, que ofreció en un tiempo los mejores y los peores ejemplos de convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes.
Pasemos ahora a la historia de las relaciones entre musulmanes, judíos y cristianos. No cabe pensar en las relaciones entre comunidades religiosas (esto es, entre musulmanes, judíos y cristianos) sin tener en cuenta las relaciones entre sus religiones. Esto es así porque las religiones son profundamente importantes a la hora de formar las actitudes, las perspectivas y las cosmovisiones de aquellos que creen en ellas. De modo que consideremos por un momento las relaciones entre las religiones de musulmanes, judíos y cristianos.
Si tuviera que resumir la historia de las relaciones institucionales entre estas religiones, la respuesta sería muy sencilla: fueron malísimas. Pero si tuviera que abordar las relaciones intelectuales, o las relaciones espirituales entre estas tres religiones, la respuesta sería mucho más compleja e interesante. De modo que cuando me pidieron que impartiese una breve conferencia sobre las relaciones entre musulmanes, judíos y cristianos tuve que meditar si debía abordar esas relaciones en términos de teología –o de política, economía y comercio– o bien en términos de ritual, misticismo y espiritualidad –o las relaciones intertextuales entre las tres grandes Escrituras– y así sucesivamente.
A mi juicio, el tema más acuciante relativo a las relaciones entre musulmanes, judíos y cristianos es uno que rara vez se tiene en cuenta. Es el tema de la percepción. ¿Cómo percibimos al otro y por qué? La respuesta a la pregunta sobre cómo se perciben unas a otras las religiones Abrahámicas es también bastante simple. Históricamente, tanto individual como institucionalmente, la percepción ha sido negativa, incluso de odio. Pero la cuestión de por qué tenemos esta común antipatía hacia el otro es mucho más compleja e interesante. Es este tema de la percepción –y de por qué históricamente ha sido tan negativa– lo que voy a tratar hoy.
Para estudiar este tema tenemos que estudiar cómo se forman las percepciones. Y para hacer eso necesitamos pensar en los primeros momentos de la formación de las religiones, cuando las creencias y las percepciones se desarrollan y se institucionalizan en primer lugar. Me refiero al nacimiento de las religiones, a los procesos sociales que intervienen en la aparición de una nueva fe. Las religiones Abrahámicas experimentaron todas ellas inicios parecidos y todos ellos fueron traumáticos.
El nacimiento de un ser humano es difícil y peligroso, y también lo es el de una nueva religión. Y los traumas de los orígenes de nuestras religiones nos han poseído hasta nuestros días. A menudo se habla del Judaísmo, el Islam y el Cristianismo como religiones hermanas, como ‘los hijos de Abraham’, las tres descendientes del gran patriarca. Somos todos hermanos y, como sabe cualquiera que tenga hermanos, existe un fenómeno común conocido como ‘rivalidad entre hermanos’.
¿Alguna vez habéis pensado en el origen de una nueva religión, en cómo empieza una religión? ¿Por qué abriría Dios de pronto los Cielos y cambiaría la Historia al ofrecer una nueva dispensa a la humanidad, un nuevo profeta, una nueva revelación, una nueva Escritura? ¿Por qué en ese momento en particular de la Historia y no en otro? ¿Por qué por medio de ese profeta en particular y no de otra persona? ¿Por qué con esa revelación en particular y no con otra revelación, por qué esa Escritura en particular?
Son preguntas para las que en realidad hay respuestas muy claras.
¡Sucede, sin embargo, que las respuestas solo son claras para aquellos que creen en las religiones que las ofrecen! Musulmanes, judíos y cristianos tienen todos historias sobre su origen que explican el nacimiento de su fe, pero esos relatos sobre el origen no los aceptan como verdaderos o válidos los creyentes de otras religiones. Por eso no nos ayudará aquí estudiar las explicaciones religiosas del nacimiento de una religión. Abordaré el problema mediante el estudio de otro conjunto de factores.
Para empezar, pensemos por un instante: ¿cómo podemos averiguar algo sobre el origen de una religión? ¿Cuáles son las fuentes más antiguas que podemos consultar? Facebook nació hace solo dieciocho años, de modo que Facebook no habrá registrado nada sobre los orígenes remotos de las religiones. Internet solo nació catorce años antes. Los periódicos no existían antes de la invención de la imprenta en el siglo xv mil años después de que naciese la tercera de las religiones Abrahámicas. De modo que no hay informes publicados sobre Moisés y la revelación de la Torá, como no los hay de la vida de Jesús o de las profecías de Mahoma.
Por supuesto, hubo quien escribió sobre todo esto. Pero todos sus informes empezaron como relatos (leyendas, cuentos, relatos orales). Solo se pusieron por escrito años más tarde, incluso varias generaciones después de que todo sucediese. ¡Y fueron escritos por creyentes de las religiones sobre las cuales estaban escribiendo! De modo que no podemos confiar en que sus informes sean siempre históricamente precisos.
¿Cuál es la primera fuente en absoluto con la que contamos sobre el origen de una religión? En el caso de las religiones Abrahámicas se trata de la Escritura. No hay nada anterior a la Biblia hebrea para el monoteísmo israelita, nada anterior al Nuevo Testamento para el Cristianismo, nada anterior al Corán para el Islam. Estas tres religiones muestran todas ellas algunas pautas comunes en cuanto a su nacimiento. Por ejemplo, todas ellas nacieron en un mundo en el que ya existían religiones populares. Pero nuestras Escrituras no tratan con mucha benevolencia a esas religiones primitivas.
¿Por qué sucede esto? Según todas nuestras Escrituras, las religiones preexistentes eran erradas o incluso falsas: las religiones previas y establecidas no lograron cumplir con los auténticos designios de Dios. Pero no es solo eso. Nuestras Escrituras se quejan también de que las comunidades de las religiones establecidas eran hostiles hacia ellos y de que incluso intentaban destruirlos. Detengámonos aquí por un momento.
El primer monoteísmo que alcanzó el éxito en la Historia es el monoteísmo bíblico. La religión de la Biblia hebrea no es el Judaísmo, dicho sea de paso. En la Biblia hebrea las comunidades religiosas establecidas eran los edomitas, madianitas, moabitas, amalequitas, egipcios, filisteos, todas las comunidades que vivían en la región antes del nacimiento de la religión de Israel. Cada una de estas comunidades rendía culto a su propio Dios. Eran muy distintas de la religión de los israelitas.
Según la Biblia hebrea, todas estas comunidades religiosas primitivas intentaron debilitar a los israelitas y destruirlos. Los egipcios los oprimieron durante cuatrocientos años de esclavitud (véase el libro del Éxodo). Los edomitas armaron ejércitos para impedirles migrar a través de sus territorios después de que huyeron de Egipto (véase Números 20). Los moabitas enviaron a un poderoso profeta para maldecir a Israel y así destruirlo (Números 22). Los madianitas (junto con los moabitas) intentaron tentar a los israelitas para alejarlos de su Dios mediante orgías y seducción sexual (Números 25). Los amalequitas simplemente los atacaron sin descanso (Éxodo 7), como hicieron los filisteos (1Samuel 7). Todos ellos eran enemigos y todos intentaron evitar que los israelitas adorasen al único Dios.
Ahora bien, la historia real es más compleja, según los historiadores académicos que han estudiado esta época. Las comunidades religiosas establecidas intentaron evitar que el mensaje del Único Dios verdadero llegase a ser conocido. La religión verdadera estaba siendo atacada. Pero Dios introdujo la confusión en sus planes perversos, con el resultado de que la religión verdadera sobrevivió, la religión del antiguo Israel. Todos los enemigos fracasaron en su intento de desbaratar los planes de Dios.
Podemos encontrar un mensaje similar en el Nuevo Testamento. Solo que en este caso no fueron las tribus paganas las que intentaron impedir el éxito del nuevo mensaje divino. Fueron los escribas judíos y los fariseos. Según los Evangelios, los escribas judíos y los fariseos atacaron a Jesús, arremetieron contra él (Mt 9 y 15, Mc 2, 3 y 7). El Evangelio de Mateo informa de que «los fariseos salieron y conspiraron para matarlo» (12:14, también en Mc 3:6). Según Mt 26, Mc 14 y Lc 22, Jesús compareció ante un tribunal formado por ancianos, sacerdotes y escribas que lo injuriaron. Se le llevó a un tribunal romano, ante Poncio Pilatos, y fue crucificado por los romanos. Esta tragedia horrible, sin embargo, pese a los esfuerzos tanto de los judíos como de los paganos romanos, era parte del plan de Dios, pues Jesús resucitó para demostrar que los muertos también pueden alzarse (1Cor 15). Los enemigos judíos de Jesús fueron dispersados y Dios se aseguró de que triunfase la religión verdadera. Esa religión verdadera es la representada por Jesucristo: el Cristianismo.
Como la Biblia hebrea y el Nuevo Testamento, el Corán describe cómo los seguidores de las religiones anteriores intentaron socavar la autoridad del Profeta Mahoma y destruir la verdadera religión de Dios. Pero en el Corán no son solo los idólatras árabes y los judíos sino también los cristianos los que intentan llevar la contraria a la voluntad de Dios. El Corán prohíbe aceptar a judíos o cristianos como aliados, pues solo son aliados los unos de los otros (C 5:51). Ellos, cristianos y judíos, fueron contra el Profeta y discutieron su enseñanza (C 2:120). Todos sus intentos fracasaron, sin embargo, pues Dios se aseguró de que la verdadera religión superase todas las adversidades. En este caso, la religión triunfante es el Islam.
Los historiadores académicos se niegan a aceptar las Escrituras como historia exacta salvo que haya pruebas que la corroboren adecuadamente. Pero en el caso del origen de la religión encontramos algo muy interesante: podemos detectar un modelo general histórico en las tres Escrituras que, sorprendentemente, se ve corroborado por los acontecimientos incluso en nuestros días. ¿A qué me refiero con los acontecimientos en nuestros días? Me refiero al nacimiento de nuevas religiones.
El Judaísmo, el Cristianismo y el Islam no son las únicas religiones nuevas que han surgido en la Historia. Los historiadores de la religión señalan que en cada generación nacen nuevas religiones. Cientos de nuevas religiones han surgido solo en la última década. ¿Por qué no las conocemos? Bueno, de hecho sí conocemos algunas cosas sobre ellas.
Tal vez hayan oído ustedes hablar de la ‘Iglesia de la Unificación’ (que ha aparecido en las noticias recientemente debido al asesinato del antiguo presidente del gobierno japonés, Sinzo Abe, hace solo dos meses). Esta comunidad religiosa sigue a un mesías llamado Sun Myung Moon.
También está la ‘Puerta del Cielo’, que se caracteriza por ser una religión relacionada con la creencia en los ovnis. Sus miembros creían que serían transformados en seres extraterrestres en el cosmos. Los líderes de la Puerta del Cielo se suicidaron en 1997 el día en que el cometa Hale-Bopp se acercó a la atmósfera de la Tierra.
Está también el ‘Templo del Pueblo’ de Jim Jones, que se destruyó a sí mismo en la jungla de Guyana en 1978. Y hay más, muchas más. Miles más. Pero rara vez son de tan triste recuerdo como estas dos. La mayoría constituyen simples esfuerzos para comprender la religión y la espiritualidad de un modo nuevo, aunque en la mayor parte de los casos fracasan y desaparecen de la Historia. Esa es la razón de que sepamos tan poco sobre ellas. A menudo se las menciona hoy como ‘cultos’, pero los estudiosos de la materia se refieren a ellas como ‘NMR’, ‘Nuevos Movimientos Religiosos’.
Todas las religiones existentes hoy empezaron como nuevos movimientos religiosos. ¿Qué diferencia hay entre un culto y una religión? ¡Unos cien años!
Algunos NMR recientes han alcanzado un éxito notable, lo mismo que las religiones Abrahámicas que estudiamos aquí. Un ejemplo de un reciente NMR con éxito es la ‘Iglesia Mormona’, también conocida como ‘Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días’. También están los ‘Testigos de Jehová’, la ‘Iglesia de la Ciencia de Cristo’, los ‘Adventistas del Séptimo Día’ y muchos más. Si uno busca en Wikipedia encontrará una larga lista, basta con escribir ‘Lista de nuevos movimientos religiosos’.
¿Por qué se forman las nuevas religiones? Hay muchas razones, pero una es sencillamente que algunas personas buscan una forma de espiritualidad a la que no siempre tienen acceso en las religiones en las que se educaron. Quieren algo distinto, quieren algo más.
En cada generación surgen personas que afirman que son profetas enviados por Dios, líderes espirituales o místicos sagrados. ¿Cómo sabemos si son verdaderos profetas, por oposición a los falsos profetas? ¿Cómo podemos distinguir los líderes espirituales legítimos de los fraudes? Bueno, la respuesta definitiva a esta pregunta es que se trata simplemente de una cuestión de fe o de creencia. Nadie puede demostrar que son legítimos. Y a menudo es difícil probar que no son legítimos; porque, por definición, una demostración es algo que, cuando alguien realiza el mismo experimento, llega al mismo resultado. Eso no sucede con la religión. Por eso nos referimos a una religión como una ‘fe’, no como un ‘hecho’. Las nuevas religiones ganan adeptos porque la gente cree en ellas, no porque pueda demostrarse que sean exactas o verdaderas.
Nunca sucede que un nuevo profeta o líder religioso convenza a todo el mundo de que son ‘la última verdad’. Los nuevos líderes religiosos siempre despiertan la oposición y esa oposición procede de muchos flancos distintos. Los padres, por ejemplo. Cuando los jóvenes se sienten atraídos por lo que sus padres consideran rituales y prácticas extraños, los padres temen que sus hijos estén siendo seducidos con grave peligro, por abandonar su religión de origen. Pero la mayor oposición a las nuevas religiones procede de las religiones establecidas. ¿Recuerdan a los canaanitas, los filisteos y los egipcios, que se opusieron al monoteísmo bíblico? ¿Y los judíos y los romanos que se opusieron al movimiento de Jesús? ¿Y a los paganos árabes, a los judíos y a los cristianos que se opusieron a Mahoma y sus seguidores?
Los adeptos de las religiones establecidas siempre se oponen a las nuevas religiones que logran el éxito porque las nuevas religiones son una amenaza para las establecidas. El nacimiento de una nueva religión representa una crítica pública de las religiones existentes. ¿Por qué iba a enviar Dios a un nuevo profeta si la religión existente representase realmente la voluntad de Dios? Recuérdese que siempre hay mucha gente que no está del todo satisfecha con su experiencia religiosa. Estarán siempre dispuestos a aceptar algo distinto, algo nuevo.
Como ya he dicho, la mayoría de los NMR fracasan, y por un buen conjunto de razones que me gustaría compartir con ustedes en el turno de preguntas. Pero si no fracasan en sus inicios y se extienden y ganan adeptos, su nivel de amenaza puede ser lo bastante elevado como para que sean atacados por las religiones establecidas.
Cuando nacen, las nuevas religiones son débiles, mientras que las religiones establecidas cuentan con poder y recursos. A menudo basta simplemente con predicar contra las ideas y el liderazgo de la nueva religión para socavarla y destruirla. Pero cuando eso no funciona se pueden emplear métodos más enérgicos. Un ejemplo clásico es el de los cátaros, que fue un exitosísimo movimiento religioso practicado en el sur de Francia durante los siglos xii y xiii. Decenas de miles de personas creían en él y el catarismo fue perseguido durante muchos años por la Iglesia católica. Los cátaros, sin embargo, seguían proliferando. Casi toda la comunidad fue destruida en una Cruzada iniciada con este propósito específico, conocida hoy como la Cruzada albigense. Los supervivientes fueron ejecutados por la Inquisición.
El protestantismo empezó en el siglo XVI como un nuevo movimiento religioso. El conflicto entre los movimientos protestantes y la Iglesia católica fue un factor decisivo para el estallido de la Guerra de los Treinta Años en la que aproximadamente once millones de cristianos fueron asesinados en ambos bandos por cristianos de otra confesión. No debe sorprender que exista todavía hoy cierto nivel de tensión entre católicos y protestantes.
Pero volvamos a las relaciones entre judíos, musulmanes y cristianos. Cada una de estas religiones empezó como un NMR, como un ‘culto’, de acuerdo con los que practicaban las religiones establecidas en la época. Y cada una de ellas alcanzó el éxito, contra todo pronóstico. Recuérdese que los NMR nacen en cada generación, incluyendo en el mundo antiguo. El apóstol Pablo escribió cartas a las comunidades tanto judías como gentiles que se veían atraídas a ciertas ideas religiosas que él no aprobaba. ¡Los exhortaba a seguir su versión de un NMR!
Cada una de las versiones exitosas del monoteísmo produjo su propia Escritura. ¿Qué es la Escritura? Es un registro, un informe escrito o inscrito de lo que se afirma que constituye el mensaje más exacto y perfecto de Dios. La Escritura es sagrada e inviolable. Es la palabra de Dios, de modo que lo que dice es innegablemente verdad. Cada Escritura de las grandes religiones monoteístas contiene afirmaciones muy negativas sobre las religiones que la preceden.
Consideremos esto con la mayor objetividad posible. Por un lado, la razón exacta para que exista una nueva Escritura es que, según ella, las religiones establecidas de la época se equivocaban. Dios reveló una nueva religión para corregir los abrumadores errores que estaban ahí, y esa religión nueva incluía una crítica de la vieja. Sin embargo, los miembros de las religiones establecidas se ofenden ante estas críticas. Como es lógico, se sienten amenazados por las afirmaciones de que hay un nuevo mensaje divino, especialmente uno que condene lo que ellos creen que es el mensaje divino. Recuérdese que la propia existencia de una religión nueva supone una poderosa crítica de la antigua.
En parte como respuesta a la amenaza, los representantes de las religiones establecidas arguyen que las nuevas afirmaciones son falsas ¡y que el profeta o mesías es un fraude que no representa a Dios en absoluto! La reacción es ofensiva para aquellos que creen realmente en el mensaje –y en el mensajero– del NMR.
¿Veis el ciclo de abuso, perjuicio y resentimiento en ambas partes?
Las Escrituras de las tres comunidades religiosas –judíos, cristianos y musulmanes– critican las religiones que llegaron antes. Sostienen que las religiones anteriores no representan la auténtica voluntad de Dios. La Biblia hebrea critica las religiones de las comunidades de Canaán. El Nuevo Testamento critica las prácticas de los judíos y los romanos. Y el Corán critica las ideas y las prácticas de los indígenas árabes junto con las de los judíos y los cristianos.
Los judíos son muy sensibles a los ataques del Nuevo Testamento a los judíos, a los que se identifica allí a menudo como ‘escribas y fariseos’. Los cristianos a menudo ni siquiera se dan cuenta de cuánto puede ofender su Escritura a los judíos.
Judíos y cristianos son muy sensibles sobre las referencias negativas a ambos en el Corán y critican al Corán por ser ‘antijudío’ o ‘anticristiano’.
De modo que el Nuevo Testamento puede considerarse antijudío y el Corán puede considerarse antijudío y anticristiano. ¿Y qué hay de la Biblia hebrea? Esquiva esta acusación por la única razón de que ya no hay canaanitas ni moabitas ni filisteos que puedan ofenderse y por tanto le reprochen ser ‘anti-ellos’. ¡Pero sin duda lo es!
Y si bien el Corán es la última de las tres Escrituras de las que hablo hoy, han aparecido algunas Escrituras monoteístas después del Corán, como las Escrituras Bahá’i y los escritos sagrados de la Iglesia Mormona. El Islam es una religión establecida respecto a ellas, y los musulmanes se niegan a aceptar que haya aparecido ningún profeta o ninguna Escritura después de Mahoma y el Corán, del mismo modo que judíos y cristianos se niegan a aceptar ningún profeta o Escritura que haya surgido después de sus religiones.
Se ve, así, cómo esta pauta de hostilidad nace del trauma del origen de las religiones. La ira, la decepción y la hostilidad van siempre en ambas direcciones, de la religión establecida hacia la emergente y de la religión emergente hacia la establecida. La ira y el odio resultantes no se limitan al periodo en el que nace una nueva religión. Quedan institucionalizados en la religión y se convierten en una herida eterna y que se encona.
La Escritura no solo ataca a las religiones establecidas. También recuerda el resentimiento y los ataques de las religiones establecidas que la atacaron. Consideremos esto desde la óptica de ambas partes.
Desde el punto de vista de las religiones establecidas, el NMR es un culto (léase ‘cristianismo a los ojos de los judíos’ e ‘islam a los ojos de los judíos y los cristianos’). Para los miembros de las religiones establecidas, un NMR no representa la voluntad de Dios sino que es falso y supone una perniciosa tentación de alejarse de la verdadera religión. Pero ¡para los miembros de un NMR la religión establecida intenta evitar que la auténtica palabra de Dios se disemine por todo el mundo!
¿Quién tiene la razón y quién se equivoca?
Recuérdese que las palabras de la Escritura no se pueden borrar ni cambiar porque la Escritura representa la palabra eterna de Dios. De modo que los mensajes negativos recogidos en la Escritura respecto a incidentes específicos sucedidos hace mil o incluso dos mil años se convierten en algo sagrado, inalterable y eterno.
La Escritura recoge sucesos que tuvieron lugar durante un momento único y breve de la Historia, pero estos antiguos sucesos se convierten en representaciones eternas porque se basan en la palabra eterna de Dios. La negatividad queda así universalizada y generalizada. Para muchos lectores del Nuevo Testamento, los judíos específicos que se opusieron a Jesús se convierten en todos los judíos, entonces y ahora. Y para muchos lectores del Corán esos judíos y cristianos específicos que se opusieron a Mahoma se convierten en todos los judíos y cristianos, entonces y ahora.
Por medio de un estudio y un análisis cuidadosos, en centros como el Centro Collins para el Legado Abrahámico podemos ahondar en nuestra comprensión de la complejidad de la religión mediante el uso de sofisticadas metodologías de investigación. En el proceso podemos aprender a trascender muchos de los prejuicios inherentes y naturales que llegan a formar parte de la vida de una comunidad, incluyendo las comunidades religiosas.
Lo que he resumido hoy ante ustedes supone una aproximación al estudio de la religión que nunca habría sido posible hace cien años, y quizá ni siquiera hace cincuenta años. Hoy vivimos en un mundo en el que la fe y la razón pueden vivir en armonía, aunque no lo hayamos logrado aún. No es necesario que abandonemos nuestra fe simplemente porque incluye aspectos difíciles o problemáticos. Y sin duda este mundo difícil y a menudo cruel necesita aún de la religión. La solución para la hostilidad interreligiosa es aprender de las tradiciones religiosas y de su Historia más allá de la estrecha perspectiva de nuestras tradiciones de fe individuales, y esto es posible por medio de programas como el del Centro Collins.
Gracias por venir hoy y por considerar la complejidad de los temas que contribuyen a mejorar nuestras percepciones –y tergiversaciones– de los demás.
* Comunicación realizada el 19 de septiembre de 2022 en el Salón de Actos del Colegio Mayor Universitario de San Pablo, en Madrid, en la jornada sobre «Abrahamic Relations: History, Challenges, and Prospects / Relaciones Abrahámicas: Historia, retos y perspectivas», coorganizada por Acton Institute y CEU-CEFAS. Reuven Firestone es profesor de Judaísmo e Islam medieval en el Hebrew Union College Jewish Institute of Religion, en Los Ángeles.
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