Parece que todo el mundo está subido en el tren de esta agenda global, pero ¿saben realmente de qué se trata?
¿Sólo compromisos solemnes?
La Agenda 2030 viene con una lista impresionante de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas. Un catálogo de problemas de la humanidad que hay que resolver. Pero ¿qué sucede después de las declaraciones grandilocuentes? Como diría el Papa Francisco, no nos dejemos engañar por el nominalismo declaracionista. No es la primera vez que ocurre. Hace 23 años se plantearon los “Objetivos de Desarrollo del Milenio” que resultaron difíciles de implantar y de medir.
¿La uniformidad es el camino correcto?
La Agenda 2030 nos invita a todos a seguir el mismo camino, sin importar nuestras diferencias y singularidades. Desde lo que comemos hasta cómo vivimos nuestras vidas, parece que nos quieren convertir en clones de una visión predefinida del mundo. ¿Dónde queda la diversidad y la libertad de elección? ¿Qué ocurre con los que no queremos ser parte de una masa uniforme?
Reservas de la Santa Sede
La Santa Sede ha expresado sus reservas sobre ciertos aspectos de la Agenda 2030. Temas como la dignidad humana, la interpretación de la sexualidad y el derecho a la vida son puntos de conflicto. La protección de la familia y los valores fundamentales también están en juego. El tema es suficientemente importante. Antes de sumarse a esta Agenda ¿podemos tomarnos un momento para reflexionar?
Aborto e ideología de género
Cuando la Agenda defiende el acceso universal a la salud sexual y reproductiva, en España sabemos su significado: promocionar el aborto.
Cuando la Agenda promueve la igualdad de género y el respeto a los derechos humanos, reconociendo la diversidad de experiencias y expresiones de género, también sabemos su significado: imponer la ideología de género.
Aquí no hay mucho que considerar.
¿A quién rinde cuentas esta Agenda?
¿A quién se supone que deben rendir cuentas? La rendición de cuentas y la soberanía nacional parecen ser aspectos olvidados en este plan globalista. ¿Estamos dejando en manos de una élite supranacional las decisiones que afectan a nuestras vidas?
El Estado como el nuevo «salvador»
En la Agenda 2030, el Estado asume un papel protagonista, relegando a la religión y la trascendencia humana a un segundo plano. Parece que quieren que confiemos más en los burócratas y funcionarios públicos que en Dios mismo. ¿Realmente necesitamos que el Estado nos guíe en cada aspecto de nuestras vidas? ¿Un mundo sin Dios?
Como conclusión me gustaría considerar lo que el apóstol Pablo escribió a los de Corinto en su segunda carta: “estos son falsos apóstoles, que proceden engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo. Su táctica no debe sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz.”
¿Es la Agenda un ángel de luz?
Si quieres reflexionar con más detalle sobre la Agenda 2030 te invito a ver esta conferencia del Dr. Higinio Marín Pedreño titulada “Agenda 2030 objetivos y amenazas”